Ganas y asco
Publicado en NZZ am Sonntag entre otros, 2.7.2019
¡No digas mierda!”, me decían intentando educarme correctamente cuando era niño. Esta es una sabiduría que uno puede llegar a dudar al conocer la cultura popular en Japón. En libros de texto educativos, un personaje de excrementos enseña los vocabularios a los niños. Un restaurante en Tokio tiene en su menú el plato “mama no unchi”, que según el nombre refiere a la “mierda de mamá.” Cuando finalmente abrió el “Unko Museum” (Museo de la Mierda), decidí que había que cuestionar mi moral desde la niñez. En este ensayo me he preguntado qué puede ganar una sociedad al enfrentarse con el producto final de la digestión, sin cagarse.
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© TOMOHIRO OHSUMI / GETTY IMAGES
¡No digas mierda!”, me decían intentando educarme correctamente cuando era niño. Esta es una sabiduría que uno puede llegar a dudar al conocer la cultura popular en Japón. En libros de texto educativos, un personaje de excrementos enseña los vocabularios a los niños. Un restaurante en Tokio tiene en su menú el plato “mama no unchi”, que según el nombre refiere a la “mierda de mamá.” Cuando finalmente abrió el “Unko Museum” (Museo de la Mierda), decidí que había que cuestionar mi moral desde la niñez. En este ensayo me he preguntado qué puede ganar una sociedad al enfrentarse con el producto final de la digestión, sin cagarse.
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